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Diez mujeres trabajan codo a codo para dar vida a Laura Miller Ropa de Niños. Con sus manos y sus máquinas de coser, crean desde hilos y paños de tela, cada una de las prendas que durante estos 9 años han vestido con amor a distintos pequeños clientes. Son costureras chilenas que a lo largo de su vida se han especializado en la confección. Hoy, en este artículo especial, tres de ellas nos cuentan un poco de su trabajo e historia.
Andrea Torres trabaja en Laura Miller Ropa de Niños desde sus inicios. Gracias a un contacto de una vecina que confeccionaba blusas, Andrea llegó a Laura con su talento en la creación de chalecos.
“Yo compro los conos y los hago a máquina”. Los conos son los carretes donde viene enrollado el hilo, la materia prima de cada uno de los chalecos que llegan listos para colgar en tienda. Laura le presenta los modelos a Andrea y ella se encarga de crear los moldes para cada talla. La máquina es su mejor amiga, luego el tejido pasa a sus manos. Cada parte del chaleco se cose y une a mano, después se hacen los detalles a crochet, se “pegan” los botones y al final se coloca la etiqueta. “Todo lo entrego lavado”, la precisión y cariño van en cada una de las etapas necesarias para lograr obtener un chaleco.
El oficio de Andrea comenzó a sus 12 años, en uno de los talleres de costura de “El Barrero”, sector conocido por su gran patrimonio cultural, hoy denominado “Las bordadoras de Huechuraba”. Con sus manos jóvenes, aprendió a hacer sus primeros chalecos a máquina. Así pasaron los años, estudiando por las mañanas y cosiendo por las tardes. Cuando la dueña del taller cerró, Andrea compró la máquina de coser que hasta el día de hoy la acompaña.
No tiene hijos, pero sí ha ayudado a criar a sus sobrinos. Actualmente cuida a una pequeña de 12 años y un sobrino nieto de 3. En el segundo piso de su casa, donde está su taller, pasan el día tejiendo, conversando al lado de la estufa, mientras el más chiquitito ve sus “monitos”. Todo esto sin que deje de sonar la máquina de coser de fondo. La Pandemia lejos de detener su trabajo, ha enmarcado las creaciones de cientos de chalecos.
María Yáñez, mejor conocida como “Maru”, es la encargada de la confección de los pijamas de invierno y verano de Laura Miller Ropa de Niños. Antes se dedicaba a crear ropa de huaso, pero un día, cuando la dueña de la casa donde trabajaba le pidió que realizara unos pijamas para sus hijas, se lució de igual manera creando junto con éstos, unos pequeñitos para las muñecas de las niñas. Su minuciosidad y detalle, fue conocido por Laura y hace 3 años que empezó a trabajar con ella.
Maru estudió en Melipilla en un “técnico con las monjitas”, ahí se enseñaba a trabajar con las máquinas de coser industriales, pero ella sorprendió con sus tempranos conocimientos, ya que su papá, que trabajaba en la antigua fábrica textil Yarur, llevó a la casa la misma máquina Singer que había en el colegio, “lo que yo hice ahí finalmente, fue especializarme”.
Parkas, ropa de huaso, prendas para niños, “toda una vida cosiendo”. Laura llega con las telas y Maru empieza a trabajar con los moldes. Cada pijama se confecciona con delicadeza y pulcritud.
Hoy en día ayuda a cuidar a su nieta pequeña de 3 años, “tiene los mismos rulitos que mi hija”, Maru recuerda cuando le enseñó muchos años atrás, a “pegar botones”. Le pasaba el hilo y la aguja dentro del corral, y su pequeña con gran destreza la ayudaba.
Jacqueline González confecciona blusas, jumper, vestidos, sólo ropa de niñitas, “eso me encanta”. Antes de comenzar a trabajar en Laura Miller Ropa de Niños, se dedicaba a la blanquería, creación de ropa de cama.
“Yo aprendí mirando”. Luego de salir del colegio, a sus 19 años entró a un taller de costura donde la dueña le enseñó el oficio. Jacqueline recuerda sus inicios con cariño, “me tomaba los piececitos por delante y me mostraba cómo se hacía”. Desde el principio realizó confección fina, “todo detallista y delicado”, de ahí su preferencia a la confección de vestuario infantil.
Para la creación de cada prenda, Laura llega con los rollos de tela sellados y Jacqueline comienza a sacar los moldes para cada talla. “Hay piezas que hay que planchar antes de llevar a máquina”, luego “pega” los botones, lo cual prefiere hacer siempre con sus manos. Cuenta que hay máquinas especializadas para ésto, pero ella siente que es mucho más rápido si lo hace ella misma, “normalmente pego 6 botones en un minuto y medio más o menos”.
Huincha, regla, máquinas industriales y una casera. Para el día de la madre le regalaron una tele que tiene en una de las paredes de su taller, es su nueva compañera. A pesar de que cuenta que no le gusta mucho escuchar música, sí coloca algunas teleseries, pero todo siempre de fondo, porque el sonido principal siempre son y serán, sus máquinas.
Cada una de estas mujeres forman parte de un equipo invisible que transforma hilos y tela en prendas para cada uno de los niños. No siempre tenemos la oportunidad de saber quiénes son las personas detrás de la ropa que vestimos, pero hoy podremos tener la certeza de que cada una de las prendas, está hecha con el amor y distinción de un oficio de toda una vida.
Por: Eloísa Silva Valderrama