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Sol, bloqueador y chalitas. Los closet cambian junto con las estaciones del año. Guardamos la ropa de invierno: los chalecos, las panties, beatles, capas y chaquetas; y sacamos la ropa más liviana para estar frescos durante estos tiempos de sol y calor. Sin embargo, hoy en día sin que nos demos cuenta, de repente en plena primavera y verano, amanecen días nublados, las mañanas traen escarcha y las tardes vientos frescos. Es por esto que se hace necesario hacer unos pequeños ajustes en nuestras prendas.
El calentamiento global es una realidad que trae consigo la necesidad de que cambiemos ciertos hábitos y que nos adaptemos a las nuevas circunstancias que implican habitar en un planeta enfermo. Cuidar los recursos naturales como el agua, tener nuevas costumbres de reciclaje, reutilizar envases, heredar ropa ( tal como lo conversamos en el artículo de Industria consciente ), utilizar prendas de calidad, bajar el consumo de ésta, y entender que el clima ya no es ni será como lo conocimos en nuestra infancia, son sólo algunas de las cosas a las cuales tendremos que habituarnos.
En estos tiempos, aunque sea la temporada de primavera y verano, se hace necesario tener a mano ropa más abrigada para aquellos días, mañanas o tardes, donde de manera impredecible baja la temperatura. Las poleras manga larga, los polerones y los chalecos de hilo, son una alternativa para mantener a los niños abrigados sin sobre abrigarlos, valga la redundancia.
Para los viajes y paseos a la playa, también resultan útiles estas prendas. Los vestidos manga larga mantienen mejor la temperatura de todo el tronco, protegiendo de vientos frescos, sin la necesidad de sacar chaquetas más pesadas y que terminan finalmente, sobre abrigando a nuestras niñas. Los chalecos de hilo tienen una función similar, siendo una muy buena alternativa para proteger la espalda de las brisas frescas que llegan durante las tardes.
Los polerones, por su parte, son uno de los mejores aliados para llevar a la playa. Los niños pueden jugar libremente en la arena durante las tardes y/o los días nublados. Al ser prendas cómodas de tela lisa y suave, los niños pueden jugar con mayor movilidad y soltura, sin la preocupación de estropear sus chalecos tejidos o con la pesadez de un chaquetón encima.
Adaptarnos al clima impredecible, es una realidad. Adaptación y cambio son dos conceptos que nuestros niños tienen cada vez más incorporados, ahora nosotros tenemos que adquirirlos en distintas áreas de la vida cotidiana.